Últimamente he estado pensando en que realmente no tengo historia familiar. Se un poco sobre mi bisabuela pero antes de ella, no tengo la menor idea. Hasta este año, siempre fui muy orgullosa de mis raíces mexicanas. Pensaba que sabía exactamente de donde eran mis padres, y que eso era suficiente. Sin embargo, este semestre en mi clase de Literatura Fronteriza mi profesor habla de sus antepasados que se mudaron de Lebanon a la Ciudad de México y de ahí al norte, a una ciudad fronteriza. Dice que en México hay muchas diferentes raíces y que no todos son de sangre indígena o española, que es lo que siempre imagine. Ahí empezó mi curiosidad y frustración.

Claro que me encantaría saber que sangre corre por mis venas, pero se me hace imposible averiguarlo. Se sobre casos, aun hoy en día, en donde gente nacida en México no es registrada al Registro Civil, así que aunque están vivos y viviendo en México, técnicamente no existen en ese país. Si eso sucede ahora, en el año 2011, estoy segura que sucedió hace generaciones. En otras palabras, no hay manera de investigar quien fue la madre biológica de mi bisabuela, de donde vino, etc. Tendré que estar satisfecha con solo saber que mis padres, sus padres, y los padres de sus padres eran de México. Envidio a mis amigos que saben exactamente toda su historia familiar, pero a la misma vez, Dios me recuerda que en eso no depende mi identidad.
Mi bisabuela fue adoptada cuando era chica. Cuando era muy joven, conoció a Cristo como su Salvador, y estoy convencida de que así empieza nuestra historia. Mis abuelas siempre tuvieron el temor de Dios y aunque se alejaron en tiempos, Dios siempre estuvo cerca. Ahora veo los frutos de la vida que ellas vivieron.
Ahora solo quiero preservar nuestras raíces mexicanas. He notado como poco a poquito mi familia se ha olvidado de la cultura mexicana y se ha acoplado a la de Norteamérica. Es lo esperado después de estar en este país por más de veinte años, pero no me gustaría que un día mis hijos tengan mis mismas preguntas. Me encanta lo autentica que es mi cultura y espero un día vivirla día a día en México.
Así que aun no tengo respuestas, pero guardo en mi corazón las historias que me cuenta mi mama sobre ellas. Espero un día volver a ver a mis abuelas, pero hasta que ese día llegue, tratare de mantener la memoria de las abuelas viva.
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Love it!
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